Cultural y activismo LGBT+ en la frontera Tijuana-San Diego

Cultura y activismo LGBT+ en la frontera Tijuana-San Diego

Destacan la lucha binacional que permitió la construcción de redes solidarias transfronterizas
Por
Guadalupe Tapia Vela
Fotografía
Guadalupe Tapia Vela
Campus
Tijuana
16 de Mayo de 2025

En el marco del Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, la Facultad de Idiomas Tijuana llevó a cabo la plática “Hacia una historia del orgullo transfronterizo: cultura y activismo LGBT+ en la frontera Tijuana-San Diego”, organizada por el doctor Carlos Gil Burgos, e impartida por el doctor Martín H. González Romero, del Departamento de Estudios Culturales, del Colegio de la Frontera Norte (COLEF).

Durante su intervención, el doctor González mencionó que la primera marcha en la que hubo un contingente que reivindicaba la diversidad sexual en México, se dio en una gran manifestacion de la izquierda política mexicana, un 26 de julio de 1978 donde surgió el contingente del “Frente homosexual de acción revolucionaria”, el cual inauguró un episodio de intensa movilización, al cual se unieron posteriormente el “Grupo lambda de liberación homosexual” y la agrupación autónoma de mujeres lesbianas, “Oikabeth”.

Un detalle que resaltó González de la movilización de aquellos años, fue el hecho de que el movimiento adoptó el nombre del movimiento de liberación “homosexual”, en lugar de utilizar la palabra “gay”, debido a los ideales contra el imperialismo de Estados Unidos, estas primeras agrupaciones en la Ciudad de México rechazaban esta palabra que asociaban a un estilo de vida y un modelo de consumo norteamericano. Enfatizó que en el norte global ocurría lo contrario, ya que la elección de las palabras como “gay” y “lesbiana” eran muy significativas porque conceptos como homosexual en realidad provenían de la ciencia médica.

Explicó también, que en ciudades con una acelerada urbanización ligada a la migración y a la actividad transfronteriza como lo es Tijuana, ese sentimiento antiimperialista difícilmente caracterizaba a las primeras organizaciones que lucharon por la causa de la diversidad sexual debido a la cercanía y la convivencia cotidiana, contrario a eso, gracias a su relación estrecha con la vecina ciudad de San Diego, las primeras organizaciones LGBT+ de Tijuana vieron en los Estados Unidos una fuente de recursos económicos, pero también de recursos humanos, organizativos, incluso intelectuales, en términos de materiales para la difusión.

El doctor González rescató un personaje clave en esta historia, Emilio Velázquez, quien en 1979 fundó el Frente Internacional por las Garantías Humanas de Tijuana (FIGHT). Este grupo, cuya sigla en inglés ya evidenciaba la influencia transfronteriza, se convirtió en pionero en la lucha por los derechos LGBT+ en la región. Además, mencionó que con la llegada de la crisis del VIH/SIDA en los años 80, FIGHT amplió su labor comunitaria al fundar SIDA Tijuana, una organización dedicada a brindar información y apoyo a las personas afectadas por esta pandemia. En colaboración con activistas de San Diego, como la enfermera Marina y el apoyo de grupos como Iglesias de la Comunidad Metropolitana de San Diego; establecieron líneas de atención e impulsaron la creación de Las Memorias, un albergue para pacientes terminales.

González destacó también la revista Frontera Gay que surgió en 1990 y se convirtió en un canal de comunicación binacional, conectando a activistas de ambos lados de la frontera. “La revista representa las características de lo que es esta historia de un orgullo transfronterizo”, añadió. 

Otro acto relevante en la historia fue la Casa Real Imperial de Tijuana, una organización transformista inspirada en el Sistema Internacional de Cortes Imperiales de San Francisco. Fundada en 1983, la Casa Real Imperial organizaba concursos drag y recaudaba fondos para proyectos comunitarios LGBT+. Durante los años 80, su conexión con San Diego fue fundamental, especialmente a través de figuras como Nicole Murray Ramírez, activista LGBT, quien organizó campañas de recaudación en favor de Tijuana durante la crisis del VIH/SIDA.

Para concluir, González Romero subrayó que la historia del activismo LGBT+ en la frontera no debe reducirse a un relato lineal, la lucha en Tijuana adquirió un carácter binacional que permitió la construcción de redes solidarias en ambos lados de la frontera, redefiniendo el concepto de resistencia y visibilización en una región marcada por la migración, la represión policial y la lucha por la supervivencia.

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